Estamos a pocas horas de las Elecciones Generales en España y hablamos con los autores de ‘Pseudopolítica: el discurso político en las redes sociales’. Escrito por Beatriz Gallardo, catedrática de Lingüística de la Universitat de Valencia, y Salvador Enguix, periodista de La Vanguardia y doctor en Comunicación, el libro explica cómo se propaga el discurso político en las redes sociales.
Decía Birgitte Nyborg en la serie Borgen que «si creamos una nueva Dinamarca juntos, tenemos que inventar una nueva forma de comunicar y de hacer política». ¿Podemos ser tan optimistas con las nuevas formas de comunicar en España?
Novedades hay, eso es innegable. Posiblemente se podrían destacar en ellas dos aspectos clave: en primer lugar los cambios tecnológicos (en la medida en que las TIC invaden también la política), y en segundo lugar los cambios derivados de la oralidad, es decir, el rescate de la palabra hablada (algo que sin duda es atribuible a Podemos y, en menor medida, a Ciudadanos, si bien ya antes Compromís había despertado la retórica política: los vídeos de Oltra eran virales desde 2009 por lo menos).
No obstante, que las formas sean nuevas no conduce directamente al optimismo… todo depende del uso, claro.
¿Por qué habláis de ‘pseudopolítica’?
El usuario de las redes percibe que lo que lee en ellas no es “exactamente” política, hay más bien una especie de desnaturalización de la política. Lo que hemos hecho ha sido tratar de explicarnos esta falta de exactitud, y la hemos rastreado a partir de la unión que se produce entre, por un lado, el modo de comunicar en las redes (es decir, las restricciones de cada interfaz: limitación de caracteres, orden y tamaño de los mensajes, rapidez, acumulación lineal…) y, por otro lado, tres rasgos discursivo/sociológicos bien conocidos en el ámbito teórico y que se alimentan entre sí: 1) el difuminado de las ideologías en la ciudadanía, 2) la espectacularización que los medios hacen de la política, y 3) el personalismo de los políticos.
[Tweet «»El usuario de las redes percibe una especie de desnaturalización de la política»»]Esta suma de cosas, filtrada a su vez por las restricciones tecnológicas que imponen las redes, convierte la política (el discurso político) en otra cosa, que hemos llamado pseudopolítica.
¿Las redes sociales fomentan la participación y los valores democráticos? ¿Es una falacia?
Se ha exagerado mucho esa responsabilidad de las redes sociales en la difusión de la democracia y sus valores asociados, pero lo que comprobamos en nuestros datos es que no hay diálogo verdadero entre políticos y ciudadanos, sino más bien una sucesión o superposición de mensajes que en realidad son unidireccionales, no interaccionales; además, hay más mensajes próximos a la emoción, la opinión o la expresividad, que a la información y la discusión política seria; y esto lo hemos comprobado en Twitter e Instagram, o sea, una red que limita la longitud de los mensajes y otra que no lo hace.
Es definitiva, las redes sociales amplifican tanto el discurso de ISIS como el de la primavera árabe, son una herramienta de comunicación en nodos, que puede usarse para difundir mensajes de todo tipo. Nosotros no somos apocalípticos en este tema, pero tampoco ingenuos; las redes sociales aportan un tipo de comunicación que está llena de posibilidades. En el libro citamos posturas que directamente exigen a Zuckerberg una indemnización por el daño que Facebook hace a los valores democráticos, pero este catastrofismo ha aparecido siempre que ha habido cambios tecnológicos, también respecto a la imprenta o el telégrafo.
[Tweet «»En las redes sociales no hay diálogo verdadero entre políticos y ciudadanos»»]Como ocurre con toda la tecnología, depende de su uso, y en el tema que nos preguntas ese uso está determinado por la calidad del espíritu democrático de los usuarios… un ámbito donde lo decisivo es su formación y su acceso a información de calidad, y ahí es donde los medios han de hacer autocrítica. Por ejemplo, ¿cuántos votantes del Brexit sabían de verdad las consecuencias de lo que estaban votando, en la economía, la defensa, la inversión en I+D… ¡o en el futbol!?
En las redes sociales de carácter profesional (Linkedin) o académico (academia.edu, researchgate) vemos que el uso no es el mismo de las redes generalistas como Twitter, Facebook, etc.; y no creemos que nadie acuse a estas redes de socavar principios democráticos. Lo importante, en definitiva, es el uso que se les da, y detrás del uso hay personas, no solo tecnología. Por último, si una tecnología no es neutra es porque la empresa propietaria interviene en algún sentido, algo de lo que, como sabes, han acusado los republicanos estadounidenses al dueño de Facebook.
Estamos hablando mucho de redes sociales pero analizáis también los programas de televisión y el papel de los medios. ¿Estamos en un momento en el que manda la tertulia televisiva por encima de otro tipo de formato?
Hace ya unos años que la tertulia ha cristalizado como el formato que filtra el interés ciudadano por la política; cuando en 2012 se hablaba tanto de desafección ciudadana, la tele e internet dieron curso a un canal de expresión que desmentía esa desafección, y demostraba que a la ciudadanía sí le interesa la política.
La tertulia, como formato, es cómoda, y la televisión le saca partido porque permite la espectacularización muy fácilmente: basta con reunir a dos “opinadores” de los que no saben discrepar y demuestran programa a programa su nula capacidad para el diálogo real; de hecho, no son contertulios, sino “tertulianos”, que no deja de ser otra opción “pseudo”. También para las audiencias son un formato más cómodo, porque al transmitir básicamente opinión, les permiten la identificación sin exigir un excesivo nivel de información/de formación.
Por supuesto, la televisión puede hacer espectáculo con otros formatos que mantengan el valor informativo (El intermedio, Vaya semanita, Polònia…), pero es mucho más costoso en inversión y en creatividad.
En todo caso nosotros no hemos analizado exactamente de las tertulias, sino el uso que estos programas hacen de Twitter o Instagram, y es curioso observar que en el caso de los programas, cada responsable de redes (sea una o varias personas) muestra un perfil que no siempre coincide con el del programa en cuestión.
¿Qué capacidad tienen estos espacios televisivos para influenciar en las votaciones?
Crean opinión, eso es incuestionable, y alimentan el debate público; además, como hemos visto, ese debate se ve amplificado por su réplica en las redes sociales. Pero eso no significa exactamente que condicionen el voto.
Este domingo vemos la repetición de las elecciones. ¿Hasta qué punto esta campaña electoral ha sido una repetición de la de 2015?
La unión de Podemos con Izquierda Unida ha planteado un posible escenario de sorpasso al PSOE que supone una mínima novedad, es cierto; pero en términos comunicativos hay poco que destacar esta campaña; tal vez el hecho de que por fin hayamos tenido un debate con 4 candidatos, pero en realidad fue un espectáculo bastante soporífero y poco interesante porque las preguntas y el formato no permitían un debate digno de ese nombre. En demasiados aspectos la campaña ha parecido un déjà vu, efectivamente, todo muy previsible. Por no cambiar, ni siquiera ha sido novedoso el sistema de encuestas andorranas, que ha reiterado el modelo de la frutería… es broma.
Esta repetición en tan poco tiempo, que posiblemente nace en el discurso de los políticos pero que es secundada cómodamente por los medios, crea un vacío comunicativo (no informativo) que hace que cualquier detalle se magnifique y se convierta en “tema”.
[Tweet «»Aunque estemos todos hiperconectados, no estamos atentos todo el tiempo a todos los canales»»]Hemos visto nuevos espacios en directo a través de Periscope o Facebook Live. ¿Qué pensáis de esta política en directo y tiempo real?
Uno de los peligros de esta necesidad de estar a la última es la saturación y la infoxicación; además, los vídeos en directo dependen, sobre todo, de su viralización posterior; aunque estemos todos hiperconectados, no estamos atentos todo el tiempo a todos los canales. En todo caso, son prácticas que acaban de empezar, posiblemente evolucionarán, como las mismas redes sociales, hacia cierta especialización o segmentación. Es razonable pensar que estos vídeos (como Snapchat) apuntan al votante más joven, y constituyen una opción con futuro.
¿Podemos destacar algún ejemplo significativo estos días?
Los vídeos que han tenido más impacto son los vídeos clásicos guionizados, desde el de los gatos del PP, a las tablas de Podemos, o el montaje de muebles del PSOE… Sin duda lo más destacado de la campaña ha terminado siendo el tema de las grabaciones en el despacho de Fernández Díaz, que surgió el día 21 y protagonizó el debate todo el día 22 y 23; y este tema a su vez se ha visto enmascarado por el Brexit del día 24.
Con las redes sociales, los partidos políticos no necesitan la intermediación de la prensa. ¿Cuál es el papel de los medios de comunicación en este escenario?
Hemos comprobado que los medios siguen siendo los difusores de la noticia política, al menos de momento; el tuit del político, o la campaña entera de un partido en las redes, gana verdadero peso informativo cuando los medios de comunicación lo recogen y amplifican. Esto significa que los medios han de estar pendientes de las redes, o más bien, de la acción de los representantes políticos (y las cuentas de sus partidos) en las redes. Una línea de actuación que se suma a la de siempre (actos institucionales, ruedas de prensa, comunicados), y a veces puede tener un desarrollo específico en el que no intervengan los medios. Por otro lado, las redes (y en esto es problablemente en lo único que Twitter sigue superando a Facebook) son una herramienta excelente para la difusión de las breacking news, los medios les sacan partido para ampliar audiencias y obtener tráfico a las webs propias.
[Tweet «»Los medios siguen siendo los difusores de la noticia política, al menos de momento»»]En términos de comunicación directa con el votante, el beneficiado es el político, efectivamente. En el libro hablamos del magnífico uso que hizo Compromís en la campaña de 2011, o de Izquierda Unida en la de 2015; se trata en ambos casos de un intento de compensación al “apagón” informativo a que los medios sometían a ambos partidos. Los medios han de estar atentos a esa posibilidad de desintermediación.
¿Estamos en un escenario de pseudopolítica en pseudomedios?
La realidad política en la que nos movemos es muy compleja, y el ciudadano accede a ella principalmente a través de la televisión; esta sigue siendo el medio de mayor impacto, especialmente con las tertulias espectacularizantes, como acabamos de comentar. Por tanto, cuando las audiencias televisivas entran en el juego de lo que se llama “la doble pantalla”, es decir, comentar en redes lo que están viendo, podríamos decir que este es un salto a pseudomedios de comunicación. Pero la prensa de referencia sigue existiendo y también está en las redes sociales, no somos pesimistas en este sentido.
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