El politólogo Francis Fukuyama vaticinó en 1989 que la caída del muro de Berlín significaba el fin de la Historia. Se acababa el comunismo, la Guerra Fría y la confrontación bilateral. La noche electoral nos deja un panorama en el que podemos tener la tentación de pensar que estamos en otro momento en el que la historia ha acabado. Empieza un época de incertidumbres a nivel político pero también a nivel de los medios de comunicación. Se abre un periodo de reflexión para los medios. Primero porque su papel como grandes prescriptores queda en entredicho. Los principales medios de comunicación de Estados Unidos han apoyado abiertamente a Hillary Clinton en sus editoriales y el apoyo de la ciudadanía ha ido en sentido contrario. Interesante ver los seis únicos periódicos estadounidenses que han apoyado abiertamente a Trump. Por otro lado, los medios vaticinaban una victoria de la demócrata en una batalla final apretada que no ha sido así.
La prensa como cuarto poder queda más debilitada que nunca. La credibilidad de los medios de comunicación arrastrados por un modelo monopolizado por los modelos estadísticos y las encuestas queda tocado. Fallaron las previsiones con el Brexit, con el referéndum de Colombia y con las últimas elecciones estadounidenses. Es la crisis de los medios de comunicación como grandes prescriptores.
Es la hora para que los grandes medios entiendan que su papel no debería ser el de competir como máquinas de ‘likes’ sino el de volver a ser útiles para los ciudadanos, en la curación y la verificación de contenidos, así como en la distribución de servicios.
Fukuyama se equivocó y ahora, en tiempos del ‘trumpismo’, es un gran momento para ejercer el periodismo y para recuperar el liderazgo en la prescripción.
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