Los periodistas en House of Cards o las marionetas de Frank Underwood

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Este artículo es un completo spoiler. Párate aquí si tienes la intención de ver House of Cards y no has terminado las dos primeras temporadas.

Alguien dijo que a los periodistas nos gusta jugar a ser políticos y a los políticos les gusta jugar a ser periodistas. House of Cards retrata fielmente esta necesidad del periodismo de erigirse en cuarto poder, coqueteando con el resto de los tres poderes.

Zoe Barnes, Francis Underwood y Claire Underwood

Dice James Ball en The Guardian que «deberían despedir a todos los periodistas» que aparecen en la serie de Netflix. Y es que para para Ball, cada uno de los periodistas que se relacionan con el congresista Frank Underwood acaban por infringir alguna norma ética de la profesión.

Los periodistas de The Washington Herald (periódico ficticio) se acuestan con sus fuentes, tienen tratos con piratas informáticos para saltarse protocolos de seguridad y sobrepasan la ley unas cuantas veces.

Barnes y Underwood, el instante de su primer ‘flechazo’

Sexo en Washington

En a primera temporada la relación entre prensa y política es muy intensa. La relación entre el congresista Frank Underwood y la periodista Zoe Barnes es un ejemplo de la erótica del poder. Él consigue destruir a sus enemigos a base de portadas mientras que ella consiguen buenas exclusivas.

«Yo me follaba, chupaba y pajeaba a cualquiera que me diera una buena historia»

Ésta es la frase con la que Janine Skorsky (interpretada por la actriz Constance Zimmer, que ya interpretó a otra periodista en The Newsroom) aconseja a la jovencita Barnes. Ambas son compañeras del Herald y ambas verán como Underwood es un callejón sin salida. O más bien, una vía de metro, para una.

Zoe Barnes (izquierda) y Janine Skorsky (derecha)

Periodismo en transición

Tom Hammerschmidt, editor de The Washington Herald, ejemplifica, por su parte, la desconfianza hacia el nuevo periodismo y las nuevas generaciones. No se deja impresionar por las revelaciones de la reciente estrella de su periódico y las nuevas herramientas de comunicación:

«Twitter, los blogs y los nuevos medios de comunicación son superficiales. No me dejaré distraer por lo que ahora está de moda»

Tom Hammerschmidt, editor de The Washington Herald

Hammerschmidt acaba pagando caro su inoperancia con las redes sociales. Barnes graba la conversación en la que su jefe le insulta; la sube a la Red y el viejo editor pierde su trabajo:

“Deberías recordar que en estos días, cuando hablas con una persona, hablas con miles”, advierte la periodista Zoe Barnes a su jefe

Por otra lado, Lucas Goodwin encarna quizás al periodista con más sentido común y más íntegro. Goodwin es lo más parecido al Jim Harper de The Newsroom, aunque menos histriónico. Pero no se apuren, igual que el resto es víctima de Underwood, así como de un periodismo dudoso a través de las malas artes de un hacker. 

Lucas Goodwin

Periodismo institucional en la segunda temporada

En la segunda temporada el periodismo tipo Watergate pierde terreno. Tras la noticia aparece siempre Ayla Sayyad (Wall Street Telegraph) pero esta periodista tiene un papel muy secundario y la intensidad periodística baja muchos enteros, convirtiendo a los periodistas en menos espectadores. Es más, el periodismo se vive desde dentro de la Casa Blanca.

Seth Grayson se convierte en el secretario de Prensa del ya vicepresidente Underwood rebuscando en el pasado de Frank y Claire. Aquí Grayson encarna el alter ego periodístico de Underwood, siendo su pieza ejecutora con la prensa y filtrando información interesada a Sayyad. Grayson es lo que en su tiempo (durante ocho años) fue Remy Danton, antiguo jefe de prensa de Underwood que en la serie se convierte en el principal lobbista de SanCorp, una compañía de gas natural. Su perfil periodístico desaparece completamente.

 

Seth Grayson, secretario de Prensa del vicepresidente Underwood

Cameos de periodistas reales

House of Cards o The Newsroom contribuyen al misticismo de una profesión que desde el Watergate en los años setenta convierte al mensajero en protagonista. Hollywood ha dejado patente este creciente protagonismo. Aquí podemos ver algunos de los títulos más representativos de películas con periodistas en los papeles principales.

Realidad y ficción se confunden a menudo y House of Cards juega a entremezclar ambos ámbitos. Hasta 12 cameos podemos ver en este vídeo de Now This News en las cadenas norteamericanas que aparecen contínuamente en las escena de la serie protagonizada por Kevin Spacey: Matt Bai (Yahoo News) Ashleigh Banfield (CNN), John King (CNN), Chris Matthews (MSNNBC), Sean Hannity (Fox News) o Morley Safer (CBS News) entre otros aparecen en la serie. Como dice Scott Meslow (TheWeek.com) en Politico,  los  «cameos periodísticos dan mucha veracidad a las escenas».

Hace pocas semanas, María Ramírez, corresponsal de El Mundo en Estados Unidos, afirmaba que House of Cards  le parecía «demasiado caricatura», aunque «retrata el complicado proceso legislativo y el enorme poder que tiene el Congreso». La complicada trama se demuestra a grandes trazos con este impresionante infográfico realizado por Linkedin sobre las relaciones de Underwood y los diferentes personajes.

En el fondo, House of Cards como indica su título es un juego de naipes en el que los diferentes planos se traspasan contínuamente. Los periodistas reales se entremezclan con los de ficción; Underwood vive entre su realidad pero traspasa la nuestra cuando se dirige a los telespectadores a modo de narrador.

House of Cards no dista mucho de Dexter o Los Soprano. Underwood no es tan diferente a Don Draper (Mad Men) o Walter White (Breaking Bad). La sociopatía de sus protagonistas incluye a los vigilantes periodistas que van apareciendo y desapareciendo de escena. Alyssa Rosenberg en Slate defendía que la serie es «un insulto a los periodistas de Washington y a las periodistas». De hecho, advierte que las mujeres sólo representan el 32% del total de los periodistas que siguen la actualidad de la política de Washington.

Quizás House of Cards exagera la «pelea de gatas» entre periodistas, como dice Rosenberg. Quizás, no obstante, nos sitúe como antihéroes, tal y como afirma Roy Peter Clark en Poynter, después de, como decíamos la etapa inicial del Watergate y del buenismo de la prensa. En la postmodernidad los héroes no existen. No hay buenos, ni malos. Hay personas que ejercen su oficio lo mejor que saben. Somos vigilantes del poder aunque el lado oscuro también nos atrae.


3 Comments

imprenta 5 abril, 2016 - 22:57

espectacular serie, tenia mis dudas en verla pero me has convencido, gracias por la información.

Diego 22 agosto, 2016 - 13:44

Seth Grayson es un tío que me transmite poca confianza. Es muy profesional y agudo, pero sin embargo solo le preocupa su ombligo. Choca con Doug porque por ejemplo él solo mira por el bienestar de Frank, anteponiendo a Underwood a su propia integridad.

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