El legado fotográfico del etnógrafo Max Schmidt

En la foto, Viggo Mortensen acompañado de los antropólogos argentinos Diego Villar y Federico Bossert

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Editor’s Choice #34

El actor Viggo Mortensen presentó, en su faceta como editor, hace unos cuantos días en Barcelona el libro de fotografías ‘Hijos de la selva’ (Perceval Press) del etnógrafo alemán Max Schmidt (1874-1950),  jefe de la sección sudamericana del Museo Etnográfico de Berlín que, en tres expediciones al Mato Grosso brasileño y remotas áreas de Paraguay entre 1900 y 1935, reflejó con una visión humanista muy atípica de la época, las diferentes tribus y habitantes de Sudamérica. Y decimos atípica porque lo habitual en cualquier expedición que se llevase a cabo por las potencias occidentales sobre países africanos. oceánicos o sudamericanos, todavía tenía la rémora colonialista de llevar la cultura, la lengua o la religión a unos ‘pobres ignorantes’.

La técnica fotográfica a principios del siglo XX estaba los suficientemente desarrollada para permitir a aventureros con ánsias de ser los primeros, pasar largas temporadas durmiendo en medio de la selva o los bosques para poder descubrir tribus y costumbres ancestrales desconocidas y mostrarlas en los certámenes de las sociedades victorianas de Londres, Berlín o Paris.

Tenemos muy presente las imágenes de Edward S. Curtis a principios del siglo XX sobre los indios americanos, con sus extensas praderas y sus cazas de búfalos, pero rezuman un aire a paternalismo por un mundo idílico que ya no existirá más gracias a los avances tecnológicos del hombre blanco. O la película de Robert J. Flaherty ‘Nanook el esquimal’ rodada en 1922 considerado el primer documental de la historia del cine pero que supuso el inicio  del llamado «docuficción» ya que agregó elementos narrativos adicionales para dar más dramatismo a las duras condiciones de vida de los esquimales.

 

Por su parte, Schmidt retrata a los indígenas como si él fuera uno más de la tribu desapegándose de los estudios antropológicos realizados por sus coetaneos en las expediciones promovidas por gobiernos occidentales. Sus viajes los realizó casi solo, acompañado por un chico que le hacía de guía local y por un ayudante. No tuvo mucha suerte en sus intentos de confraternizar con los habitantes de la selva ya que en varias ocasiones los nativos le robaron lo que llevaba o le estafaban con los trueques. Nunca se dió por vencido en su intento de conocer a fondo como buen etnógrafo las tribus de Sudamérica. En 1929 abandonó definitivamente Alemania por el auge del nazismo instalándose en Paraguay y realizando dos viajes de estudio: una expedición arqueológica en 1931 y una misión etnográfica en 1935, al finalizar la Guerra del Chaco, apoyada por el Dr. Barbero para visitar las diferentes tribus que fueron desplazadas por la invasión boliviana como los Guisnai (Wichi), Tapieté (Guaraní Ñandeva), Choroti (Manjui), Chulupí (Nivaclé), Toba, Mataco y Chiriguano (Guaraní Occidentales) volviendo con aproximadamente 1000 objetos etnográficos, material fotográfico y notas de campo.

«I managed to convince one of the headmen of the inoffensive character of my photographic apparatus. I asked him to look in the camera’s mirror, and placed myself in front of the lens. On verifying that I suffered no injury from being thus reflected, he followed my example and so I was able to photograph the whole group» – Max Schmidt

 

Max Schmidt fue director del Museo Etnográfico Doctor Andrés Barbero en Asunción, Paraguay,  desde 1933 hasta 1946 donde se conservan la gran mayoría de sus fotografías. Cuando murió, en 1950, tenía lepra y desgraciadamente se decidió quemar todas sus pertenencias por el posible contagio.

Todas las fotografías son cortesía de Perceval Press.