La grave situación de los intérpretes afganos

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Hay ciudadanos afganos que se jugaron el pellejo por su país y ayudando a las tropas occidentales que lucharon contra el regimen talibán en Afganistán. Estos ciudadanos eran intérpretes que colaboraron, por ejemplo, con tropas estadounidenses y españolas y mediaron entre los soldados y la comunidad local. Creyeron que así podrían ayudar a eliminar la dictadura talibán que hizo involucionar el país. Un reportaje en Diario Vice, mano a mano entre los periodistas Ben Anderson y Dani Campos, nos descubre no sólo la dificultad para conseguir un visado hacia Occidente sino los problemas con los que viven en nuestras ciudades.

En Afganistán son vistos como “traidores, infieles o espías” y muchos de ellos ya han muerto a manos de los radicales islámicos. Se calcula que son miles las personas que están en esta situación. Fueron y son intérpretes que corren peligro en su país y que cumplen los requisitos para conseguir visado. No obstante, sólo el 20% de ellos han llegado a obtener los papeles a pesar de ser claramente refugiados políticos. La mayoría que lo han conseguido ha sido gracias a la ayuda de veteranos de guerra que han tramitado su visa. En muchos casos han tardado más de tres años en llegar a los países de ayuda.

En España, diferentes colectivos y asociaciones potenciaron una campaña para que el Ministerio de Defensa aceptara el asilo a los intérpretes que ayudaron a las tropas españoles en los 14 años en los que el ejército español estuvo en Afganistán. El gobierno español dio asilo a 12 de estos intérpretes por la presión popular que se produjo. Y es que sólo en Change.org, la campaña de apoyor recogió más de 85.000 firmas para agilizar los trámites de asilo.

“Sólo en Badghis las fuerzas españolas tenían en total 40 intérpretes afganos. Básicamente les avisaron que los iban a echar cuando las tropas se retiraran. Les pagaron su último mes de sueldo sin darles ninguna compensación y sin ofrecerles nada más”, decía en 2013 la periodista Mónica Bernabé, corresponsal en Kabul del diario español El Mundo, y que fue una de las más activas luchadoras para resolver la situación de los intérpretes.

Pero el asilo no ha sido el final de una historia feliz… Una vez en España, muchos de estas personas se enfrentan a graves problemas de subsistencia. Ashabudin Jallali, traductor y refugiado afgano, que vive en Madrid afirma que “la integración es difícil. Dejo muchos curriculums y cuando dices que eres de Afganistan te miran mal y piensan que eres el peor terrorista del mundo”. Como muchos otros, Ashabudin vive buscando trabajo y con graves problemas para mejorar su situación. El Ministerio de Defensa ha tramitado algunos asilos pero una vez en España, la respuesta oficial es la siguiente:

No buscan caridad, sólo un trabajo que les permita seguir con la vida que tenían antes de toda su colaboración con los países occidentales. Son trabajadores sociales, filólogos, peluqueros, con carreras y estudios y han llegado a España después de ayudar a las tropas en situaciones de peligro. Venir a Europa era un sueño y una solución ante las amenazas de los radicales. Una vez en suelo español, se sienten dejados de la mano de Dios y de las autoridades. Y la situación no es mejor en otros países, en el Reino Unido, un intérprete afgano de 29 años se suicidó tras saber que las autoridades lo iban a deportar por estar en situación irregular en este país.

En Kabul pudieron morir por una bala. Aquí, los puede matar el hambre. Usaron sus palabras para interpretar y ayudar. Ahora usan sus palabras para reclamar ayuda.