* por Marta Franco (periodista, bloguera y comunicadora digital) y Miquel Pellicer (periodista, antropólogo y autor del blog miquelpellicer.com)
A lo largo de la historia, cada suceso asociado a una popularización de la tecnología ha ido acompañado de duras críticas. Seguramente el temor innato de los detractores de la imprenta a mediados del siglo XV sea el mismo que el que sienten actualmente los periodistas que se muestran reacios y perdidos ante la revolución digital que experimentan los medios tradicionales.
“Hay que superar la negación. Los cambios en los soportes no significan una desaparición del oficio, solo nos obligan a hacer mejor nuestro trabajo”, este es el mensaje que Gumersindo Lafuente, responsable de la estrategia digital de El País hasta el pasado setiembre, quiere dar a esos profesionales de la comunicación más escépticos.
Así lo reivindicó en una sesión de ‘10 en comunicació’, en la que hablaba sobre el nuevo reporterismo digital, y en la que criticó que haya colectivos como la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) que en vez de potenciar la creatividad y el desarrollo en los nuevos tiempos, eligen por publicar muros de lamentaciones para que los periodistas lloren.
En este mismo sentido, hace tres años ya definimos el neoludismo que imperaba en las redacciones de los medios de comunicación a través de una metáfora televisa, el Paradigma Lost, ante tendencias como integración y convergencia.
Intentamos ver que el neoludismo de algunos periodistas sobre la revolución digital se podía superar analizando las reticencias y buscando soluciones a tales oposiciones a los cambios. Impera la tendencia a considerar la convergencia como aquél proceso socio-cultural que impone la implantación generalizada de las tecnologías digitales de telecomunicación en el ámbito de los medios de comunicación, a gran escala y a todos los niveles. A nivel de estructura este fenómeno viene a concretarse con algunas medidas que se sintetizan por la atomización de las redacciones de los medios de comunicación y que a grandes rasgos, significa la mezcla de los canales escritos, televisivos, radiofónicos y web.
Existían temores, y aún existen, a quedar obsoletos, a los nuevos procesos de rutinas periodísticas, a la pérdida de lectores en los medios tradicionales, a las regulaciones laborales, entre otros motivos.
Durante los últimos años hemos podido estudiar diferentes modelos de integración de redacciones. Medios de todo el mundo se han sumado a esta tendencias, sabedores que la evolución era necesaria. A pesar que se ha escrito mucho, los resultados han sido desiguales y no han aportado los resultados que algunos esperaban.
Modelos de integración
No existe una receta única en el camino hacia la convergencia en un periódico, sino que hay que analizar las características de cada medio y aplicar las mejores soluciones. Podemos ver como las grandes cabeceras del mundo apuestan por diferentes modelos.
En el caso de ‘The Wall Street Journal’, se aplican medidas concretas como la participación del equipo multimedia a la reunión del consejo de redacción; emiten diariamente dos noticieros en directo, y el embargo de noticias para la edición papel es casi nulo. Por otra parte, hacen una apuesta clara por las apps y se analiza de una forma directa a la audiencia gracias a Chartbeat.com.
En cuanto a ‘The New York Times’, desde hace 7 años hay una redacción integrada con más de 80 web producers; cada sección se responsabiliza de la edición papel y digital y existe un creciente departamento de negocio mobile. Lo cierto es que Fiona Spruill, la editora de plataformas emergentes del NYT, asegura que “el contenido específico para el móvil es el futuro”.
El modelo del NYT se basa en el concepto ‘web first’ (la web, lo primero) para jerarquizar el orden de publicación, además de impulsar la ‘mesa continuada de información’.
Y es que los ejemplos de integración periodísticas, desde principios del siglo XXI se han basado en una puesta en escena clara del espacio físico. En el año 2000 Media General de Tampa impulsó la creación del Tampa News Center, un edificio para concentrar los diferentes medios de comunicación del grupo. ‘The Daily Telegraph’ impulsó en 2006 una nueva redacción en forma de estrella con una mesa central en espacio coronado por el famoso ‘video wall’, una megapantalla de tiempo real con diferentes canales, web y redes sociales, que se convirtió en un símbolo del cambio en el proceso de producción informativa.
El rediseño de las redacciones con mesas centrales como ejes de operaciones fueron la tónica habitual en estos últimos años. Fue así también en periódicos como ‘Clarín’, ‘O Estado de Sao Paulo’ o ’20 minutos’. Han sido los tiempos de la redecoración periodísticas, de plantas diáfanas, de distribución concéntricas, de mesas redondas o en forma de ‘H’.
No obstante, la crisis económica ha puesto en duda estos modelos y los pasos hacia la convergencia periodística han sido más bien estéticos y poco efectivos, entre otras cosas porque eran más bien cambios de gestión interna que no han profundizado en lo más fundamental: los lectores.
Así pues, la integración no es solo una reorganización del espacio de trabajo. Es esencial un cambio de actitud. Facilitar las sinergias entre los equipos y su audiencia, ofreciendo a su vez una formación integral a los periodistas de las nuevas redacciones para que sepan aprovechar el potencial de narrativas de cada soporte.
Para Lafuente, toda integración necesita una dosis de radicalidad, un cambio suficiente para que una redacción tradicional pueda responder las 24 horas y se adapte al tiempo real. En el caso de ‘El País’, en lugar de apostar por una integración por absorción hicieron lo contrario, crearon una mesa central que llevaba toda la tensión informativa a tiempo real incorporando a gente de las secciones que no tenían ni idea de internet junto con perfiles más digitales.
Ahora, según el periodista, todas las secciones son responsables de su salida digital “salvo ese primer golpe informativo que se sigue dirigiendo desde la mesa central por gente de gran nivel, dejando el papel siempre para lo último”.
Valores seguros para las nuevas redacciones
Debemos considerar, no obstante, que a pesar que se han exportado modelos concretos como si fueran milagrosos crecepelos, la verdad es que no hay un único modelo a seguir. Es por ello que nos deberíamos plantear algunos puntos para entender cómo deben ser las nuevas redacciones:
1.Nucleares
El adelgazamiento de los redacciones periodísticas es un hecho. Los balances presupuestario hace que los grupos de comunicación dejen ir lastre y el punto más débil son los periodistas que ven reducida su vinculación tradicional con los medios.
En este sentido, cada vez es más habitual encontrar proyectos de periodistas emprendedores que, o bien en solitario, o bien como parte de un equipo que han sido despedidos de un medio tradicional, son capaces de crear nuevos medios digitales. Son claro ejemplo de esta nueva estirpe digital medios como Cordópolis, ReporterosJerez.es, ElDiario.es; así como iniciativas individuales como Obama World.
2.Glocales
Debería terminar el tiempo de las redacciones ‘etnocéntricas’, con una visión encasillada en un período donde, por un lado, llegar al ámbito micro y cercano se establece como prioritario. Es la era Glocal, donde se puede conjugar la visión de las redacciones nodales, establecidas en diferentes puntos del planeta -con sus propias idiosincrasias y visiones- para llegar con una visión más cercana al público e interrelacionándose con los diferentes públicos locales.
Para un medio global el paso de las horas significa la incorporación de diferentes públicos según el lugar de origen. Conjugar la multiculturalidad y los diferentes idiomas es un reto complicado de asumir pero con una efectividad relevante. En el caso del Financial Times, por ejemplo, sus diferentes redacciones en Londres, Nueva York y Hong Kong recogen el testigo potenciando el concepto de redacciones abiertas 24 horas.
Es el momento de replantear la estrategia de muchos medios de comunicación que publican la portada en las redes sociales pasada la medianoche y que pocos minutos después se despiden de sus lectores con un entusiasta ‘¡buenas noches!’ desaprovechando el valor de aquellos públicos para los cuáles empieza el día.
A modo de ejemplo, en su proceso de integración, El País optó por la deslocalización de una parte de la redacción, un equipo de seis personas que desde México cubría el horario de la madrugada local haciendo la función a su vez de corresponsales. Mataron dos pájaros de un tiro, ningún redactor tenía que hacer horarios humanamente inaguantables a largo plazo y ofrecieron nuevos contenidos bien recibidos por el público latinoamericano, ampliando mercado.
3.Deslocalizadas
Las redacciones de principios del siglo XX se reconvirtieron para adaptarse a los cambios tecnológicos como hemos visto. El viejo axioma que el periodista se curte en las calles y que sus fuentes de información están fuera de las cuatro paredes de la oficina debería convertirse en el concepto básico por varios motivos. El periodista cada vez tiene más instrumentos para trabajar desde cualquier lugar del mundo y cada vez más próximo de la noticia. No hay excusas. Además, en la mayor interrelación entre periodistas y ‘ciudadanos narradores de la actualidad, éstos no están geolocalizados en el mismo espacio que los profesionales de la información.
4.Colaborativas
Benoit Raphaël, editor jefe de Le Post, propone el concepto de ‘la redacción Google’ para explicar la sinergia necesaria entre periodistas, blogueros, columnistas y lectores, en general. La participación debe ser ya algo intrínseco para aquellos medios que piensen en su supervivencia y futuro.
Las redacciones colaborativas son aquellas que permiten que la inteligencia colectiva mejore la calidad de los productos, aumentan el interés de la audiencia y realizan un servicio al usuario. La crisis y el alejamiento de los lectores está muy relacionado con el contenido a granel, lo ‘commodity’ no debe entrar en las redacciones que se basan en el valor colectivo. Hay que atraer con nuevas fórmulas -ya sea periodismo de datos, nuevas narrativas o una participación renovada- para “recuperar la credibilidad perdida tras años de excesivo acercamiento al poder”, como dice Lafuente. Y esta participación de los lectores activos no es simplemente abrir nuevas redes sociales sino darles el protagonismo en aquello que se publica.
5.Multiplataformas
“Integrar las plataformas es una cuestión periodística, de gestionar nuestros activos de forma inteligente”, afirma Jill Abranson, editor ejecutivo de The New York Times. No es desarrollo sino periodismo puro. Widgets, adaptabilidad, aplicaciones móviles, conocimiento de los lectores y conocer dónde está son ejes básicos de esta redefinición necesaria.
Los productos de comunicación deben resolver problemas y procurando ser útiles. Producir consiste en resolver la experiencia de usuario, facilitar el acceso y la satisfacción de estos nuevos lectores.
Lo nuevo ya es lo viejo. En una época cada vez más plagada de ‘cisnes negros’, de revoluciones tecnológicas vertiginosas, hablar de las redacciones del futuro es algo impreciso y alocado. Las recomendaciones y la visión transversal de este artículo tienen como denominador común el presente. Esta reflexión, por tanto, se debe ejecutar en todos los estratos que conforman una redacción periodística, analizando la estrategia a seguir y marcando el plan de ruta que se debe establecer. Hay que innovar para sobrevivir y el primer paso lo debemos marcar reorganizando nuestros hogares, haciéndolos más transparentes y con mayor valor colectivo.
* Este post está realizado a cuatro manos en colaboración con Marta Franco, inquieta periodista y bloguera, interesada en la comunicación digital y en el valor que aporta en el ámbito empresarial y en la construcción de la marca personal. La encontrarás también publicando en su blog MartaFranco.es sobre comunicación digital y redes sociales.