No estamos para hacer homenajes a Jose Mourinho y menos en el mundo del periodismo. Pero me gusta hacer preguntas retóricas y esta semana veo algunos temas de los cuales mes gustaría compartir con vosotros mi opinión. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Sobre Spotlight, sobre la reformulación de El País y sobre el periodismo de investigación. Vamos ahí.
Sobre Spotlight
Hemos cacareado hasta la saciedad la importancia del Oscar a ‘Spotlight’ como mejor película del año. Nos sentimos orgullosos especialmente los periodistas por el reconocimiento al periodismo de investigación de The Boston Globe. Leo estupefacto, por un lado, grandes alabanzas al periodismo de investigación pero no nos aplicamos el cuento en el día a día. Dicen que por culpa de la crisis no se investiga, que en España no se hace periodismo de investigación. Pues ciertamente se hace poco pero se hace. Lo cierto es que, en su día también nos gustó The Newsroom y su mundo de idealismos quijotescos pero aún nos cuesta aplicar la teoría a la práctica diaria.
Por otro lado, obviamos otra película sobre la profesión aparecida recientemente, ‘La Verdad’, que nos pone sobre la pista de los fallos del periodismo de investigación y que costó la carrera a Dan Rather y Mary Mapes por culpa del fallido scoop sobre la historia militar del presidente George W. Bush. «No nos pueden machacar por hacer una puta pregunta», advierte uno de los periodistas del film. ¿Reflexionamos suficiente? ¿Nos hacemos suficientes preguntas? Tenemos derecho a equivocarnos pero no a engañar deliberadamente a nuestro lectores, oyentes o espectadores.
Por lo de investigar, esta semana me he quedado estupefacto. Con la declaración de la Infanta Cristina en los juzgados, en algunas tertulias compañeros de profesión se preguntaban «¿quién hay detrás de Manos Limpias?». ¿No somos capaces de investigarlo o es que nos da pereza? Pues eso.
¿Por qué nos cuesta tanto reconocer que nos cuesta poner la investigación por delante del cortoplacismo y la cinta sin fin?
Periodismo de investigación
A pesar de todo, ¿el periodismo de investigación es una mentira en España? Pues no. Hay espacio y buenos ejemplos, aunque nos cueste reconocerlos en la superficie. En la transición aprendimos que el Periodismo de Investigación (PI) era peligroso con los reportajes de Xavier Vinader, analizando la ultraderecha dentro de las estructuras de estado. No podemos renunciar a este legado por muy fascinante que nos parezca el periodismo anglosajón. No podemos renunciar al legado de Ramón Lobo, Manu Leguineche, Enrique Meneses, Rosa María Calaf, Antonio Rubio o Gervasio Sánchez; no podemos renunciar al trabajo de Mar Cabra –leer la entrevista que realizamos– y Marcos García Rey en Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ); los trabajos de Fernando Rueda, Eric Frattini, Antonio Salas o Bruno Cardeñosa; los reportajes televisivos de Salvados con Jordi Évole; La asociación Associated Whistle-Blowing Press (AWP) con su portal Filtra.la dedicado a la filtración de documentos, «similar al proyecto Wikileaks, pero enfocado a España»; La Fundación Civio con Eva Belmonte, David Cabo y Juan Elosua; el buen hacer de Media.cat con el Anuari de Silencis Mediàtics, los nuevos proyectos como ElCrític.cat y tantos otros como el fotoperiodista Enric Borràs que va publicando extraordinarios documentos sobre la extrema derecha en Catalunya. Me dejo muchos compañeros y trabajos, pero tenemos Spotlights suficientes como para sentirnos que la profesión está más viva que nunca.
Tenemos Spotlights suficientes como para sentirnos que la profesión está más viva que nunca
Y volviendo a ‘Spotlight’, escribía esta semana Pepa Blanes (Cadena SER) que «la cinta de Thomas McCarthy defiende un periodismo humilde y sin brillo en la era digital basado en el trabajo en equipo que contrasta con la crisis actual de la profesión. Pero por cada Spotlight, hay muchos ejemplos más cercanos. ¿No será que nos lo tenemos que creer más? Y no, cualquier tiempo pasado no fue mejor, como se preguntaba Virginia P. Alonso.
Sobre la transición de El País
Cambiando de tema y continuando sobre la necesidad de hacer preguntas. Antonio Caño ha publicado una carta abierta a la redacción de El País. ¿Por qué el debate es digital-papel? ¿Por qué no es el modelo de periodismo, el papel de los lectores o las rutinas de producción? El País debería ser una productora de contenidos, a caballo de España, América Latina y Estados Unidos.
El País debería ser una productora de contenidos, a caballo de España, América Latina y Estados Unidos
Vamos tarde, algunos medios aún están por aquello del Digital First, mientras que en Estados Unidos se centran ya en el Mobile First. Me temo, no obstante, que el debate no está en las prioridades, ni en la plataforma sino en el papel de las empresas de medios en la sociedad. Dice Caño que «este nuevo espacio quiere seguir siendo el mejor lugar para que publiquen los más importantes periodistas, escritores, ilustradores, fotógrafos, diseñadores y otros creadores de información y cultura en lengua española, pero hoy es tan importante el contenido como la manera de hacerlo llegar a nuestro público.»
Escribe el periodista Enrique Bullido en su blog: «Para los jóvenes, El País en papel era un medio invisible y, por tanto, no llorarán su pérdida. Dentro de poco no podrán comprar el periódico en el quiosco. Pero es que ahora no lo hacían, nunca lo hicieron».
Por su parte, David Martínez también ha compartido sus impresiones sobre el asunto. Me gusta su conceptualización de El País y su «carácter totémico», que para Martínez «puede originar un efecto dominó en el sector cuyas consecuencias hoy se antojan imprevisibles.»
Merece todo mi respeto una institución como El País con más de 40 años en sus espaldas pero ¿no será que quieren ser un servicio a sus lectores en multiplataformas lanzando un mensaje unidireccional en un mundo que es multipolar y nodal con usuarios que son prosumers que consumen y producen al mismo nivel e intensidad que los propios periodistas?
¿Entendemos que los lectores de los años setenta no son ni por asomo el mismo tipo de lectores ni de consumidores que los del siglo XXI?
Aún me parece muy vigente el artículo que el ahora director de El Mundo, David Jiménez, escribió en 2014: ‘Cinco pistas de que tu medio de comunicación te considera idiota‘. Quizá en este sentido sobran las arengas sobre la independencia de los medios, los valores y la objetividad. ¿Cómo podemos implicar de forma valiente a nuestros diferentes públicos? Creo que esa es la clave.
¿Entendemos pues el papel de los medios en un entorno de comunicación que se caracteriza por la propagabilidad de contenidos y servicios?
3 Comments
Interesantes preguntas de difícil respuesta.
Sobre el periodismo de investigación, como tú, creo que somos demasiado pesimistas. Se siguen haciendo grandes investigaciones, se siguen sacando grandes temas. ¿Es posible que a la gente no le apetezca leerlas? ¿Qué queden sepultadas por el resto de información que llama más la atención? Desconozco la respuesta, al menos la correcta.
Vinculado con la carta de Antonio Caño a sus redactores, son muchísimas las personas que piensan que con la muerte del papel (cosa que Caño no dice que vaya a ocurrir pronto en ningún momento, que leyendo a algunos parece que a partir del miércoles ya no va a haber El País impreso) la investigación ya va a desaparecer completamente. Pero la verdad es que algunas de las grandes historias que se han investigado en los últimos años, dignas en muchos casos de hacerse una película, han sido llevadas a cabo por medios digitales, como Buzzfeed, Vice o el Huffington Post (el de allí). Y en ocasiones en formatos muy atractivos.
He de reconocer que soy optimista con la carta del director de El País. Pienso que puede servir para que el resto de medios, más reacios a los cambios, por fin acepten que un nuevo tiempo ha llegado. Un nuevo tiempo que no va a ser ni mejor ni peor, sino diferente. Hay que asumirlo, y tratar de sacar el máximo partido a las nuevas herramientas para hacer frente a los retos que surgen. Y una frase muy interesante de Caño es que la digitalización no es el principal reto.
Al final, el valor de la carta de Caño es que pone por escrito algo que lleva tiempo haciendo. Solo hay que ver su web, su apuesta por los nuevos formatos (¡Han creado una tele, joder!), por las nuevas formas de comunicar…
Está claro que para mucha gente, para muchos trabajadores, es una amenaza. Muchos van a quedar retratados, y otros se van a ver superados por las nuevas formas de hacer las cosas. Pero es que si por muchos fueras seguiríamos escribiendo a máquina.
Toca seguir pendientes de los pasos que de El País, de lo que haga con su redacción, de la forma de trabajar que adopten… porque puede ser la que acabe aplicando el resto. Vivimos una época preciosa, pese a todo.
Muchas gracias, Javier. Respuesta y reflexiones muy pertinentes. Yo espero y deseo que El País encuentra una fórmula para potenciar su empresa. El periodismo que se hace en el Estado español bien merece una gesta de estas características. ¡Saludos!