Política pop (y periodismo fast food) en tiempos de Bolsonaro, Salvini y Trump

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La crisis de los medios de comunicación con Trump como contexto; Bolsonaro, en la mente, y el posible crecimiento de la ultraderecha en las elecciones europeas de la primavera de 2019. Es un período fértil para analizar la relación entre periodismo y política. Hace unas semanas recibí la invitación para participar como ponente en el Beers&Politics en Barcelona. Es un buen momento para ordenar algunas ideas al respecto.

Beers&Politics es una cita mundial para los amantes de la comunicación política que se celebra en ciudades tan diversas como Barcelona, Madrid, Ciudad de México, Asunción, Bruselas o Berlín. Esta semana pasada, en la Cocteleria Schultz de la capital catalana, Salvador Percastre y servidor fuimos los invitados para hablar sobre ‘Política Pop y mediatización de la política’. Percastre es profesor del Máster de Comunicación Política e Institucional en la UPF Barcelona School of Management y miembro Grupo de Investigación en Comunicación Política, Medios y Democracia de Universitat Pompeu Fabra.

Hemos dado una vuelta de tuerca más a lo de la «campaña permanente» del analista Sidney Blumenthal. El sociólogo John B. Thompson define los tiempos en los que vivimos como la «era de la nueva visibilidad». Es el eje de lo que he apuntado estos últimos meses en ‘La comunicación en la era Trump‘: Medios líquidos, intensidad en las relaciones entre periodistas y políticos, crecimiento de herramientas sociales, nuevos consumos y audiencias activas.

¿A qué nos referimos con política pop?

La política pop es la nueva manera de los políticos de acercarse al electorado. Nos encontramos cada vez más entrevistas en los talk shows, hay un uso intensivo de las redes sociales, se realizan campañas low cost y con una mayor exposición mediática. La política pop es un eufemismo de la política populista.

Datos recientes apuntan que más de un 80% de las personas declara informarse sobre la política durante las campañas a través de la televisión. Pero ahí están las redes sociales y las apps de mensajería. En la reciente campaña electoral en Brasil, hemos visto como la gran movilización de los seguidores del ultraderechista Jair Bolsonaro se realizó a través de Whatsapp, por ejemplo.

En la charla en el Schultz, Percastre defendía que «este proceso de adopción por parte de los políticos formales de actitudes y comportamientos propios de la cultura mediática del espectáculo y del entretenimiento, han generado fenómenos conocidos como la personificación de la política, cuya intención es resaltar e incluso exagerar atributos personales como estrategia de propaganda. Este proceso de hiperpersonalización de los políticos ha llevado a la celebritización de la política, conocida como el celebrity politics».

Contexto

Personalmente creo que es importante contextualizar la situación. Nos encontramos ante un repunte (aspecto cíclico) de la desafección por la política tradicional. Vivimos en los tiempos analizados por Thomas Friedman en ‘Gracias por llegar tarde‘: aceleración exponencial de la tecnología y un planeta bajo los efectos de la globalización extrema y el cambio climático.

Y llevamos arrastrando durante unos años la triple crisis de los medios de comunicación: crisis económica, de legitimidad e independencia. Diferenciar, por favor, entre periodismo y medios de comunicación. Donde hay crisis de los medios, hay nuevas oportunidades para el periodismo.

Pero donde hay oportunidad, también hay riesgo. Es la era de las fake news y es fácil que las malas praxis nos hagan sucumbir ante el tsunami de la posverdad y la realidad alternativa.

Malas prácticas

Hay que asumir la crítica hacia la profesión. Hay que asumir que el periodismo fast food nos empuja a la falta de verificación de las noticias y que las maquinarias propagandística de los partidos nos llevan a un periodismo de poca profundidad y de excesiva declaración. Es el periodismo del canutazo a la salida de un mitin o de una comparecencia parlamentaria. Existe, por otra parte, la asunción del lenguaje político y de la simplicación de los mensajes políticos.

En Estados Unidos, por ejemplo, existe un tremendo efecto de desertización de las comunidades que ven como sus medios locales van desapareciendo. Como apuntamos recientemente, la Universidad de Carolina del Norte apunta que hay más de 1.000 comunidades sin medios de proximidad.

«La cultura pop y la norteamericanización de las campañas políticas, expresado en la adopción de tácticas y herramientas de márqueting comercial por parte de la estrategia electoral, así como el uso propagandístico de los medios de comunicación masiva preponderantes, principalmente la televisión, ha generado un proceso de banalización de los discursos políticos y de trivialización de las discusiones sobre los asuntos públicos», afirma Percastre.

Por otro lado, en el debate Salvador Percastre apunta que «fenómenos como el del infoentretenimiento (infotiming) que apelan a informar, fundamentalmente sobre política, utilizando referentes lúdicos o de divertimento, el politaiment o la política-entretenimiento, como referentes únicos y exclusivos de consumo informativo de una sociedad sin las suficientes herramientas críticas para discernir del humor y de las generalizaciones estereotipadas, pueden desvirtuar el propósito de la política como el medio para el bienestar colectivo».

Los modelos de negocio de los medios están en entredicho: medios demasiado pendientes por los shares, los clicks y las páginas vistas. Es la era de los prosumers y las audiencias no pueden ser simplemente números. Debemos basarnos en crear comunidad alrededor de los medios. Considero firmemente que la opción necesaria es diversificar las fuentes de ingresos, considerando que la información no es el único elemento tangible. Periodismo de servicios, contenidos premium, eventos, desarrollo de software y desarrollo de consultorías.

Horizonte oscuro

Y como decíamos al principio, tenemos a Trump, Salvini, Bolsonaro y Vox en el horizonte más cercano. La política pop-de-populista exige determinación. Miro las elecciones europeas de 2019 con preocupación, pensando en lo que recientemente explicaba Clara Jiménez (Maldito Bulo) en ‘Debate sobre la Posverdad’: «La desinformación sobre lo que tiene que ver con migraciones es mucho más relevante de lo que parece».

Desinformación sobre lo que tiene que ver con migraciones es mucho más relevante de lo que parece, dice @cjimenezcruz en #DebatePosverdad. Debate preocupante a pocos meses de las elecciones europeas. pic.twitter.com/bUbHFMyTnN

En este escenario, proyectos de verificación de datos (fact-checking) y periodismo de investigación son fundamentales en todo el mundo. Aquí podéis ver diferentes proyectos sobre contrastación de información a través de Twitter. Pienso a corto plazo y soy un poco escéptico (a nivel de practicidad) respecto a lo que apuntaba perfectamente Percastre: «Luchar contra la trivialización de la política es una lucha que habrá que dar desde la educación, desde el periodismo crítico y desde la acción social colectiva, la diferencia puede estar entre el progreso democrático de una sociedad o el regreso al autoritarismo más oscuro».

Coincidimos que «no es una batalla fácil ni inmediata, sobre todo en la era de la hipermediación, pero eso no debe representar un impedimento para no intentarlo con ahínco, cada uno desde su trinchera».

Y al final, aplausos y muchas preguntas del público. Seguimos analizando y aportando ideas.