Los streamers del odio: de Christchurch a Buffalo

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Diez personas asesinadas en un supermercado de Buffalo (Estados Unidos). El supuesto autor, un joven de 18 años de Nueva York retransmitió mediante una cámara corporal en directo el ataque, a través de la plataforma de live streaming Twitch. La policia de Buffalo investiga el tiroteo como un crimen de odio o un acto extremista de violencia con motivaciones racistas contra la comunidad afroamericana.

Existen unos cuantos ejemplos que vinculan el uso de la plataformas audiovisuales y redes sociales para la difusión y documentación de delitos de odio extremos, así como las teorías conspirativas. A las fake news y conspiranoias zaristas de los falsos ‘Protocolos de los Sabios de Sión’ para justificar el antisemitismo, los pogroms y el Holocausto se han sumado la “teoría de la sustitución o gran reemplazo” con la que el supremacismo terrorista blanco intenta justificar las matanzas y el discurso del odio. La matanza de Buffalo sigue las siguientes características: odio racial, difundido por plataformas de streaming y con la teoría del reemplazo difundido a través de foros de Internet.

La matanza de Buffalo sigue las siguientes características: odio racial, difundido por plataformas de streaming y con la teoría del reemplazo difundido a través de foros de Internet

En el caso de las plataformas de streaming, este fin de semana, un representante de Twitch explicó a The Hollywood Reporter que la compañía eliminó la transmisión en vivo menos de dos minutos después de que comenzara el tiroteo en Tops Friendly Market.

“Estamos devastados al escuchar sobre el tiroteo que tuvo lugar esta tarde en Buffalo, Nueva York”, se lee en un comunicado de Twitch. “Nuestros corazones están con la comunidad afectada por esta tragedia. Twitch tiene una política de tolerancia cero contra la violencia de cualquier tipo y trabaja rápidamente para responder a todos los incidentes. El usuario ha sido suspendido indefinidamente de nuestro servicio y estamos tomando todas las medidas apropiadas, incluida la supervisión de cualquier cuenta que retransmita este contenido”.

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La diseminación de imágenes de la matanza, no obstante, no se acaba en Twitch. No es complicado encontrar algunos vídeos de este directo en plataformas como Instagram, TikTok o Twitter. En esta última red social, cuando escribo este artículo, no es dificil encontrar una secuencia de cuarenta segundos con imágenes impactantes del pistolero.

La Anti-Defamation League (ADL) advierte que el supuesto asesino Payton Gendron publicó un documento poco antes del ataque, en el que explica que su objetivo era “difundir la conciencia entre mis compañeros blancos sobre los problemas reales que enfrenta Occidente” y “fomentar más ataques que finalmente iniciarán la guerra que salvará a Occidente”. Según la ADL, «no está claro dónde se publicó originalmente este documento», pero según los informes, Gendron afirmó que «planeaba publicarlo en 8chan.moe y 4chan, y enviar enlaces a los servidores de Discord

Conexiones con otras matanzas

La matanza de Buffalo conecta con una serie de otras masacres motivadas por el racismo, incluido el asesinato de nueve feligreses negros en una iglesia en Charleston, Carolina del Sur, en 2015; un ataque antisemita en una sinagoga de Pittsburgh en 2018 que dejó 11 muertos; y un ataque en un Walmart en El Paso en 2019, donde el hombre acusado había expresado odio hacia los latinos. Allí murieron más de 20 personas.

El terrorismo supremacista blanco ha perpetrado algunos de los tiroteos masivos más impactantes de la Historia reciente de los Estados Unidos. Y muchas de estas matanzas tienen conexiones y derivadas internacionales, como podemos advertir en el reportaje de The New York Times ‘White Extremist Ideology Drives Many Deadly Shootings‘.

The Washington Post ha analizado el terrorismo doméstico que se produce en Estados Unidos con los últimos datos recogidos esta semana con este infográfico en el que se puede apreciar la evolución al alza: ‘The rise of domestic extremism in America‘. «Los incidentes de terrorismo doméstico se han disparado a nuevos máximos en los Estados Unidos, impulsados ​​principalmente por extremistas de supremacía blanca, antimusulmanes y antigubernamentales de extrema derecha, según un análisis del Washington Post de datos compilados por el Center for Strategic and International Studies.

Dylann Roof mató a nueve personas en la iglesia de Charleston. En su perfil de Facebook se podía ver imágenes con una chaqueta con las antiguas banderas segregacionistas de Sudáfrica y Rodesia, así como con la bandera sudista. Durante el juicio fue aceptada como prueba un vídeo de Youtube en el que se ve discutiendo sobre la Biblia con sus futuras víctimas. En el juicio, una testigó afirmó que Roof «recargó su arma cinco veces» y les dijo a las víctimas: «Tengo que hacerlo… Ustedes violan a nuestras mujeres y están tomando nuestro país y se tienen que ir».

El tiroteo de la sinagoga de Pittsburgh fue perpetrado por Robert Bowers, de 46 años, un residente de Baldwin (Pensilvania). Poco antes del ataque, Bowers publicó en las redes sociales «A HIAS (una organización judía) le gusta traer invasores que matan a nuestra gente. No puedo quedarme sentado y ver como mi gente es asesinada. Que le den a lo que piense la gente, yo me apunto». El asesino publicaba frecuentemente en la red social Gap e interactuaba con otros usuarios antisemitas, neonazis, y negacionista del Holocausto. Además, atacaba a las mujeres blancas que salían con hombres negros y dirigía ataques en contra del empresario y filántropo George Soros.

El tiroteo de El Paso de 2019 fue un ataque terrorista llevado a cabo el 3 de agosto de 2019 en la ciudad homónima, a manos de un joven supremacista blanco, Patrick Wood Crusius, un joven supremacista blanco proveniente de Allen (Texas). Un manifiesto escrito antes del asesinato múltiple ‘The Inconvenient Truth’ ha hecho que las autoridades traten este suceso como un delito de odio, ya que Crusius aseguraba en el documento que iba a dar «una respuesta a la invasión hispana en Texas». En el escrito, publicado en el tablón /pol/ del sitio web 8chan, Crusius mencionaba los tiroteos de Nueva Zelanda que acabaron con la vida de medio centenar de personas.

¿Por qué Nueva Zelanda?

Unos meses antes del tiroteo de El Paso, Brenton Harrison Tarrant, un joven australiano, asesinó a 51 personas e hirió a 40 más. En marzo de 2019, Tarrant perpetro los atentados de Christchurch: dos ataques terroristas que consistieron en dos tiroteos masivos consecutivos que se produjeron en mezquitas en Christchurch, Nueva Zelanda, durante la oración del viernes del 15 de marzo de 2019. El ataque, llevado a cabo por un solo hombre armado que entró en ambas mezquitas, comenzó en la mezquita Al Noor, en el suburbio de Riccarton, a las 13:40 horas, y continuó en el Centro Islámico Linwood a las 13:52 horas.

Como escribí en 2019, Brenton Tarrant difundió en directo cómo fusilaba a decenas de fieles a través de una cámara dispuesta en su casco. Tarrant usó LIVE4, una aplicación que vincula una cámara GoPro al teléfono móvil y de ahí a Facebook Live. A pesar que la principal red social del mundo eliminó la grabación, las réplicas con el vídeo se pudieron encontrar fácilmente después del atentado, como ha pasado con la matanza en Buffalo, tres años después.

El analista tecnológico de The New York Times, Kevin Roose, calificaba la acción en Nueva Zelanda como un «asesinato en masa de y para Internet». Y la matanza de Tarrant, fue un acto inspirador para otros ‘lobos solitarios’ del supremacismo blanco, que pasaron del discurso del odio en las redes sociales a las acciones criminales en sus países.

Y cada nuevo atentado remite a otro, a una inspiración en el pasado. No se nos pueden escapar los atentados de abril de 1995 en Oklahoma, que ocasionó 168 muertos; o los de julio de 2011 en Oslo y la isla noruega de Utoya, que produjeron 77 víctimas mortales.

Existe una macabra idea de la difusión multiplataforma de los delitos de odio en las diferentes redes sociales y plataformas audiovisuales

Y como ha pasado en Buffalo, existe una difusion multiplataforma de estos streamers del odio. El manifiesto de Tarrant fue publicado en Twitter y el ataque anunciado en el foro de mensajes en línea 8chan y transmitido en vivo en Facebook. Las imágenes se volvieron a reproducir sin cesar en YouTubeTwitter y Reddit, ya que las plataformas se apresuraron a quitar los clips casi tan rápido como aparecían nuevas copias para reemplazarlos.

Puntos claves

Me remito, finalmente, a algunas ideas a tener en cuenta. Sin penalizar ni querer hacer ningún alegato contra Internet, las plataformas digitales o la cultura gamer.

Uno. Las matanzas de los últimos años se apoyan en la viralización y en el ‘shitposting’, término de argot que se usa para describir el acto de publicar contenido para trolear y provocar una reacción de las personas que atiendan la comunicación directa. Algo así como lo que yo defino como «la polinización de las fake news» y del odio a través de todos nosotros, seguidores y detractadores del supremacismo y las teorías racistas. Los contenidos difundidos por las redes pueden ser armas de doble filo, entre la indignación y el clickbait.

Dos. El ecosistema de redes sociales y plataformas es cambiante. Escribía en 2019 Taylor Lorenz en The Atlantic que «los asesinos en masa han explotado durante mucho tiempo los entornos de medios en los que operan». Estética militar, puesta en escena gamer, difusión social media. Como diría Carlos A. Scolari, #mediaevolution. En 1995,  Theodore Kaczynski, alias Unabomber, difundió su manifiesto ‘La sociedad industrial y su futuro‘ a través de los medios de comunicación. Más de 25 años después, las plataformas sociales descentralizan la publicación de los manifiestos. Necesario control de este tipo de contenidos para evitar el efecto contagio o la fascinación.

Tres. El ‘true crime’ esta de moda. Sigue de moda. Creo que nunca dejó de estarlo. Pero es una tendencia en cada una de las plataformas de Video on Demand. Ya sea Netflix, Amazon Prime Video, HBO o Filmin. En este sentido, Xiana Siccardi, periodista y buena amiga, cita a Scott Bonn, autor de Why we love serial killers, en ‘¿Quién es el monstruo? El ‘true crime’ en la encrucijada‘. Bonn, en una entrevista, afirmó que «la identidad socialmente construida de los asesinos en serie no distingue entre los depredadores de la vida real como Ed Kemper y Jeffrey Dahmer de los ficticios como Hannibal Lecter o John Dor en la película Seven«. Dice Siccardi que «los modos de la ficción pueden estar contagiando la realidad hasta que en ocasiones podemos llegar a olvidar los horrores reales que sufrieron las víctimas y sus seres queridos».

Y al final de todo, el odio. El odio, la violencia y el miedo al otro como excusa de grandes crimines y bajeza moral. En estas semanas que Elon Musk ponía en énfasis la necesidad de asegurar la libertad de expresión en Twitter, asegurar y proteger a los usuarios contra los delitos de odio, ciudadanos, en general, y minorías culturales, en particular, se hace más que necesario.