Borgen: el binomio entre política y periodismo
En la reciente campaña electoral británica se han hecho numerosos paralelismos con Borgen. La prensa afirma que Borgen es The West Wing a la danesa. El debate televisivo entre siete candidatos al parlamento de Reino Unido se ha comparado al que realizaron en la ficción los candidatos daneses y Nick Clegg pasa por ser una especie de revelación entre tories y laboristas de la misma forma que lo es en las pantallas Birgitte Nyborg, haciéndose hueco entre liberales y laboristas daneses.
Borgen es una de las series de este país con mayor éxito de los últimos tiempo y ha traspasado su modelo de éxito escandinavo a toda Europa. La serie no sólo refleja el papel de la mujer y la conciciliación familiar en el mundo de la política a través del papel protagonista de la primera ministra Nyborg sino que también muestra la fuerte relación entre periodismo y política. Junto a House of Cards y The Newsroom, forma el triángulo de series de ficción más potente sobre la retroalimentación entre políticos y periodistas. ¿Qué muestra Borgen, la serie creada por Adam Price? ¿Cómo se caracterizan las relaciones entre política y periodismo? ¿Hasta qué punto realidad y ficción se entremezclan? Ests son algunas de las preguntas que intentamos responder en este artículo.
Los medios de comunicación daneses cuentan con una enorme tradición y la libertad de expresión es uno de los valores democráticos más arraigados en la sociedad danesa. Es, por tanto, comprensible que la comunicación no pueda estar desligada de la política en una serie en la que el Palacio de Christiansborg -sede de los tres poderes del estado y oficina del Primer Ministro- es el epicentro de las relaciones entre políticos y periodistas. De hecho, Borgen es el término coloquial con el que se conoce Christiansborg.
También es cierto que des de bien temprano, los periódicos que fueron apareciendo a partir del siglo XVIII -el Berlingske Tidende fue fundado en 1749- estuvieron fuertemente ligados a los partidos políticos. Por tanto, resulta difícil que romper la estrecha relación entre ambos ámbitos.
Encontramos, en este sentido, unas características destacadas en el análisis comunicativo de la serie política Borgen:
Puertas giratorias
«Empiezan como periodistas, se pasan la vida poniendo a políticos al descubierto, luego se convierten en jefes de prensa y, de repente, se pasan la vida engañando a sus antiguos amigos periodistas. Por si fuera poco, hay que joderse; poco después vuelven a ser periodistas. Para colmo, tienen el valor de preguntarnos por qué es tan cínica la gente». Son las palabras de Svend Åge Saltum, líder del Partido de la Libertad, que definen las puertas giratorias de aquellos que usan las puertas giratorias de la política y el periodismo. Seamos francos, esta clase de pasadizos no sólo existen para los políticos que pasan de la administración pública a los consejos de dirección de las grandes corporaciones.
Kasper Juul y Katrine Fonsmark encarnan la figura de los spin doctors -asesores de comunicación- que acceden a Christiansborg desde las dos caras de la moneda de Borgen. Usan, presionan, se sirven de los medios de comunicación por el interés de sus políticos representados. En House of Cards, Doug Stamper es el Maquiavelo perfecto para Frank Underwood, mientras que para la primera ministra Birgitte Nyborg este papel esta reservado para Juul. No obstante, la gran diferencia que observamos entre ambas series es que mientras que en la estadounidense, los periodistas son marionetas del poder, en la danesa, los periodistas y su ámbito de influencia es mucho más amplio.
Amor y sexo
El ámbito periodístico y el político no sólo se relacionan sino que se entremezclan en la combinación de amor y sexo. Kasper Juul (spin doctor de Nyborg) y Katrine Fonsmark (periodista estrella de TV1 y posteriormente asesora de comunicación de Nyborg) son el ejemplo más claro con una larga relación que pone a prueba los códigos deontológicos. Aunque el transcurso de la serie aparecen nuevos casos: por ejemplo, Ulrik Mørch (presentador de TV1) y Benedikte Nedergaard (representante del Partido de la Libertad). «¿Eres consciente que usas tu cuerpo?», dice Mørch; «Pórtate bien conmigo en el plató porque si no, no sé qué voy a hacer…», responde Nedergaard. La erótica del poder, vaya.
Relaciones familiares complejas
El universo de Borgen está formado por periodistas abducidas por el trabajo y las ambiciones profesionales. Familias desestructuradas, divorcios alcoholismo, relaciones amorosas de una sola noche forman parte del día a día del ámbito político pero también del periodístico. Borgen no podría definirse precisamente como una serie familiar aunque la cuestión de la conciliación familiar esté presente en todos los capítulos, del primero al último.
Filtrando los trapos sucios
«No le digas al político, así no tendrá que mentir». Es el consejo de un asesor de comunicación a otro, que está meditando lanzar una filtración a la prensa. Secretos, mentiras, filtraciones y dossiers forman parte de la vida cotidiana de esta serie danesa. La revelación que el ministro de Medio Ambiente tiene un coche deportivo de alta consumo; algún desliz amoroso de Nyborg, una seria enfermedad de esta; el pasado próximo al KGB de un asesor electoral o las fotografías de un ministro en una relación extramatrimonial son parte de la munición periodística con la que la artillería política juega en las paredes del parlamento danés. Los ejemplos sobre la defensa de la ética periodística son numerosos pero eso no es problema para que también se muestre una clase política que quiere influir a sus electores a través de exclusivas que se sirven en bandeja a los medios. No obstante, ¿hay límites para estas filtraciones? Lo cierto es que ante el uso de dossiers en las elecciones alguien se pregunta: «¿Una campaña electoral sucia?». «Es algo muy poco danés», responde otro.
Sensacionalismo
A menudo (muy a menudo) los medios de Borgen sobrepasan los límites. El Ekspres, periódico dirigido por el ex líder del partido laborista, Michael Laugesen, representa el amarillismo más excacerbante del periodismo danés. Su intromisión en las intimidades de los políticos, sus familias y el enfoque basura hacia determinados temas sociales es una constante en la serie.
«Esta mañana estaban rebuscando en nuestra basura», dice Nyborg en los momentos en que su hija se encuentra en una situación psicológica delicada. El Ekspress atía esta periodismo amarillista y es secundado por algunos otros medios de comunicación. El cenit de esta estrategia del Ekspress llega cuando el periódico contrata a un chico de compañía para hacer caer al ministro de Economía.
En la tercera temporada, no obstante, la siempre moderada TV1 hurga en la debilidad de Nyborg en un debate entre los candidatos. Alexander Hjort, el nuevo jefe de programas de la cadena, quiere aumentar la audiencia: «Nos gustan las historias de los políticos que caen y vuelven a levantarse». Hjort no quiere «historias de perdedores» sino encontrar el éxito en los personajes que salen en su televisión.
Nuevas tendencias
Es una constante en la serie: la tensión entre formatos nuevos y nuevos enfoques contra credibilidad e integridad periodística. Sí, en el mundo de Borgen parece que sea una constante esta dicotomía. Alexander Hjort representa un nuevo jefe de contenidos de TV1, de 34 años, que quiere una televisión más dinámica, más competitiva, rozando (o sobrepasando) los límites de lo éticamente periodísticos. «No soy periodista pero no podemos ignorar a la audiencia», es el axioma de Hjort, que presiona constantemente a Torben Friis, el jefe de los servicios informativos de TV1. Como sucede en The Newsroom, existe una nueva generación de gestores de medios de comunicación que buscan conectar unos media tradicionales a las nuevas audiencias a través de medios no siempre ortodoxos. ¿Deben ser jovencitos aunque sobradamente preparados los que pongan en duda el status quo de los medios de nuestras series favoritas?
La competencia de TV1, TV2 convierte un debate electoral en un histriónico partido de balonmano con bocinas, luces, animadoras y público enfervorecido. Es el hiperrealismo de una forma de hacer televisión que choca con el buen gusto. La audiencia por la audiencia contra la profesionalidad.
Por su parte, hay que señalar que Borgen muestra a fondo las entrañas de dos grandes medios, TV1 (televisión) y el Ekspres (periódico), a principios de 2010 en la que las redes sociales no han alcanzado aún su creciente influencia. Youtube aparece como fórmula más extendida para la propagación de contenidos virales y trapos sucios de los políticos.
¿Realidad o ficción?
Finalmente nos preguntamos si Borgen es más realidad o ficción. En la vida real, Helle Thorning-Schmidt accedió al cargo de primera ministra de Dinamarca un año después del estreno en la televisión pública danesa de Borgen. ¿Influencia de la ficción? Lo cierto es que el papel de Nyborg -papel interpretado por Sidse Babett Knudsen– ha calado hondo no sólo entre los daneses sino que es una de las ficciones europeas de más éxito, durante sus tres temporadas. Adam Price, cocinero y guionista de éxito en Dinamarca, no obstante, «no cree que la serie haya influenciado» en la elección de Thorning-Schmidt.
Por otro lado, tanto Alex Hjort (Borgen) como Ray Pruit (The Newsroom) podrían ser los alter ego de Chris Hugues, uno de los fundadores de Facebook que hace unos meses provocó un terremoto en New Republic con los cambios estructurales que proponía. Como vimos existían claros paralelismos entre The Newsroom y los casos que han sucedido en la CNN, Rolling Stone y más recientemente, como decíamos, en New Republic.
Nueva política, nueva comunicación
Borgen es algo más que la cara amable de Birgitte Nyborg, la lideresa del Partido Moderado -más tarde, de los Nuevos Demócratas-. Cada capítulo empieza con frases de grandes estadistas como Gandhi, Churchill o Abraham Lincoln pero la propia Nyborg se encarga de dejar un legado por el que será recordada: «Si vamos a crear un nuevo Dinamarca juntos, tenemos que inventar una nueva forma de comunicar y de hacer política». Por su lado, Frank Underwood dirá en House of Cards, que su intención es «ser recordado por su legado». Los métodos y las formas, lo de menos, está claro.
En definitiva y volviendo a la realidad, el peligro está en que la estrategia comunicativa con tweets, mensajes en directo y promesas de campaña cale más que el que debate de las ideas. ¿La influencia mediática nos empuja a ‘partidos-acontecimientos’, como explica Josep Ramoneda? En el caso positivo, la aparición de nuevos fenómenos político-comunicativos arrollen el bipartidismo, como se intuye en el Reino Unido o España, mimetizando la pluralidad del Reino de Dinamarca en el que ningún partido ha gobernado en mayoría desde 1909.