Las malas prácticas del periodismo molotov
El sensacionalismo no es un invento ni del siglo XXI ni del periodismo español. De Pulitzer hasta nuestros días, es un pandemia que llega para hacernos confundir contenidos virales con contenidos sensacionalistas. Nadie está libre de las malas prácticas ni de los pecados del periodismo; ni tan sólo en aquellos países en los que los medios de comunicación tienen una tradición de varios siglos atrás -veáse el caso del Phone-hacking de News of the World– Los cambios políticos de las elecciones municipales de mayo de este año han puesto en la mira telescópica de algunos periódicos a los representantes municipales de ciudades como Madrid, Barcelona, Cádiz, La Coruña o Valencia. En otros casos y por constraste, los silencios mediáticos son sospechosos en una era caracterizada justamente por la sobreinformación.
En el caso político, Ante el escenario electoral de este otoño, el Col·legi de Periodistes de Catalunya (CPC) advierte en un comunicado: «Las próximas semanas la actualidad política estará marcada por la convocatoria electoral y los medios públicos no pueden bajar la guardia. Deben hacer bandera del rigor, la profesionalidad y de un respeto escrupuloso por la neutralidad. Sólo así serán fieles a su mandato de servir a la ciudadanía». No obstante, ¿es una cuestión que ataña únicamente a medios de comunicación públicos? La respuesta es no. Veamos algunos ejemplos de lo que podemos denominar como periodismo molotov.
Reflexionando estos días pensaba que el periodismo no puede ser un cóctel molotov para usar y tirar en favor de nuestros intereses, ni de los intereses políticos ni económicos. El día a día exige una responsabilidad social de los medios como instituciones y, por supuesto, una responsabilidad con nuestros lectores, espectadores o oyentes, como destaca el CPC. Es necesario que los periodistas tengamos ojo de halcón ante la tarea de las administraciones, las empresas y los colectivos. Igualmente, tenemos el deber de levantar alfombras. Somos parte importante del sistema democrático.
[Tweet «El #periodismo no puede ser un cóctel molotov para usar y tirar en favor de intereses particulares»]Carmen del Riego, presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) decía no hace muchos años que «La sociedad debe reprocharnos a los periodistas las malas prácticas». Lo cierto es que traspasar los límites de lo que marca el código deontológico de la profesión de forma inconsciente es un error, pero aún lo es más convertir estas prácticas en la línea editorial.
Por su parte, Sergi Picazo, periodista y editor de Crític, un medio de comunicación de reciente horneado, afirma que «los ciudadanos tenemos derecho a la información. Debemos defenderlo. Por esto, periodistas y ciudadanos debemos construir juntos medios de comunicación independientes de la banca, de los grandes grupos editores y del poder político, con el objetivo de hacer posible el periodismo crítico». ¿Es pedir demasiado? Aquí algunas buenas recomendaciones de Picazo sobre los ingredientes que debe tener un medio de comunicación independiente.
Código deontológico
Existen buenas razones para pensar que el periodismo se está regenerando de forma positiva. No obstante, la mediocridad también es un sello de identidad de nuestros días. No será por buenas ideas y reflexiones de organismos profesionales como la APM, el Col·legi de Periodistes de Catalunya y el resto de colegios profesionales de las respectivas Comunidades Autónomas. No será por las ‘buenos consejos’ (sic) de la Ley de Seguridad Ciudadana -mejor llamada Ley Mordaza– que a partir del pasado 1 de julio penaliza con multas de hasta 30.000 euros “el uso no autorizado de imágenes o datos personales o profesionales de autoridades o miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que pueda poner en peligro la seguridad personal o familiar de los agentes, de las instalaciones protegidas o en riesgo el éxito de una operación”.
Vaya, que a una ciudadana le puede caer una multa de 800 euros por fotografiar un coche de la policia aparcado en una plaza para minusválidos. Todo tan normal.
Por otra parte, en temas concretos como en el caso dela inmigración [leer ‘Periodismo e inmigración: cómo deben informar los medios de comunicación’], ya vimos que habían suficientes ejemplos de cómo proceder.
[Tweet «»El periodismo es una profesión en descomposición»»]Un ejemplo reciente
Ahí va un ‘cacharro incendiario’ como ejemplo. Reproduzco una buena reflexión de Javier Pérez de Albéniz [‘Cádiz, paraíso de la casta hippi-pija‘], a raíz de una portada de La Razón sobre las vacaciones de la alcaldesa de Madrid, Manuela Cármena: «No es información, es propaganda. No es periodismo, es manipulación. Al día siguiente de publicar semejante bazofia en portada, Marhuenda, director del panfleto que se sigue editando desde 1998 pese a solo conocer pérdidas, era la estrella de la tertulia matinal de La Sexta. Lejos de repudiarle, las televisiones se lo rifan. Es el estado del periodismo, una profesión en descomposición ante la indiferencia de buena parte de los profesionales y las asociaciones de la prensa.»
Hay tiempo para desmentir y salir al paso de contenidos como estos, aunque las correcciones puede que no lleguen o no ocupen el mismo espacio.
De las vacaciones, me habría gustado que un periódico serio como La Razón preguntase: 8 personas en la casa compartiendo descanso y gastos.
— Manuela Carmena (@ManuelaCarmena) August 18, 2015
Pero como hemos dicho, las malas prácticas no son exclusivas de los medios españoles. De la CNN a Rolling Stone, pasando por News of the World, The Sun, Newsweek o The New York Times, el periodismo anglosajón también está repleto de ejemplos para parar un tren. Armas de destrucción masiva que no existen, violaciones no constrastadas, espionaje telefónico o líos de faldas han sido ejemplos del ataque de lo ajeno y la defensa endogámica de lo propio, que es como podríamos definir este periodismo molotov. Véanse algunos ejemplos más.
[Tweet «#Periodismo molotov: ataque de lo ajeno y defensa endogámica de lo propio»]Incendios, cortinas de humo y literatura
Umberto Eco, autor de una feroz crítica al periodismo amarillista en ‘Número Cero’, describió muy gráficamente el proceso por el cual se puede acusar sin contrastar, lo que él denomina ‘la máquina del fango’ periodística: «no es necesario descubrir delitos, son insinuaciones, sospechas. Una de las técnicas contemporáneas, y en esto Berlusconi ha sido un maestro, es que si te acusan de algo no tienes que probar que eres inocente, basta con deslegitimar al acusador. Porque el acusador es un tipo oscuro.». Eco cuenta la historia del nacimiento de Domani, un periódico como instrumento de crítica política.
Es signficativo que Domani sea un periódico pensado para influir no para ser leído por un público amplio. El periódico de la ficción de Eco es un instrumento para influir sobre las élites políticas y económicas.
Es el ejemplo de un periodismo que vive de la demagogia, de las mentiras y el sensacionalismo. El periodismo molotov es capaz de crear incendios, de crear cortinas de humo interesadas pero, obviamente, es un boomerang que mina la credibilidad global de una profesión que vive en permanente crisis de identidad.
Completamos con este artículo una pequeña trilogía sobre la ética y el periodismo, conjuntamente con los artículos anteriormente publicados:
‘Dejad en paz al león Cecil’ y ‘Periodismo e inmigración: cómo deben informar los medios’.
saludos, son periodista de Reporte Indigo de la Ciudad de México, como puedo contactarlos para una entrevista a fin de conocer a fondo su opinión sobre las malas practicas del periodismo?