René Burri, testigo del siglo XX
Editor’s Choice #22
Se ha definido el trabajo de fotoperiodista de René Burri como el testimonio gráfico que quedará del siglo XX, el siglo corto que empezó en 1914 con la Primera Guerra Mundial y acabó en 1989 con la caída del Muro de Berlín que ya hemos tratado con tres capítulos en este blog.
Para reflejar lo que significó Burri para la fotografía, los cronistas lo han definido como el fotógrafo que nos legó “un álbum de utopías: la comunista, la anticolonial, la del racionalismo del progreso, la de los países emergentes, la del esfuerzo solidario…”, ya que sus viajes por el mundo como reportero gráfico de la agencia Magnum nos muestran un mundo que emerge y otro que se desvanece. Ingresó en la famosa agencia de fotoperiodistas fundada por Henri Cartier-Bresson, Robert Capa, David Seymour, George Rodger y Bill Vandivert, en 1955 y, aunque Cartier-Bresson se negó en un principio a aceptarle por su juventud, fue gracias a David Seymour y su trabajo en un documental fotográfico de una escuela para niños sordomudos en Zúrich que se publicó en la revista LIFE con sólo 23, que le abrieron de las puertas de Magnum Photos.
Nacido en Zúrich en 1933 (murió el pasado 20 de octubre de 2014 en su ciudad natal), viajó por toda Europa y Oriente Medio y publicó un reportaje en la revista Du sobre los gauchos argentinos. La misma revista le encargó una serie de retratos a personalidades artísticas de los años 60 y 70 como Picasso, Giacometti o el arquitecto Le Corbussier.En 1959 se convirtió en miembro de pleno derecho de la agencia Magnum y empezó a trabajar en el proyecto del libro ‘Die Deutschen‘ del mismo editor, Robert Delpire, que en 1958 ya había publicado ‘The Americans‘ de Robert Frank.
Sus reportajes en Europa, América Latina, Asia, Oriente Medio y África le llevaron a publicar posteriormente en revistas como Look, Stern, Geo, Paris Match, Time y Fortune, cubriendo conflictos como la guerra de Vietnam, la construcción de Brasilia o los refugiados húngaros que llegaron a Suiza en 1956.
Supo captar la importancia del momento más que el instante perfecto que tanto definió la fotografia de Cartier-Bresson. Era capaz de observar la transcendencia de los acontecimientos y su valor fotoperiodístico en la formación de la historia que estaba viviendo. Le fascinaba la música que emanaba del violoncelo de Pau Casals y su figura y evitaba el ensañamiento en las escenas de guerra. Si, dentro de unas décadas, alguien quiere visualizar en pocos minutos el siglo XX, sólo tiene que repasar las fotos que René Burri nos ha dejado para siempre.