Dejad en paz al león Cecil
Conocemos la vida de un dentista de Minnesota con mayor exactitud que la de nuestro vecino del quinto. Su cuestionable mérito ha sido cargarse un león de Zimbawe. Walter James Palmer ha pagado 50.000 euros para matar al león Cecil y, de la noche a la mañana, verse envuelto en una campaña mundial de desprestigio a través de las redes sociales.
Facebook y Yelp han dejado la reputación del dentista por los suelos y al mismo ritmo que las menciones han aumentado en Twitter. Sólo hay que comprobar esta gráfica en Topsy.
Su consulta River Bluff Dental ha cerrado y los usuarios han inundado de malas recomendaciones las redes sociales. Palmer es ahora el enemigo número 1 en Internet. Quedo preocupado por este tsunami social en el que la triste muerte de un león oscurece cualquier otra noticia sobre África.
Y es que solemos mirar el continente que está a dos horas de Barcelona entre la nostalgia exótica de ‘Memorias de África’ y un paternalismo colonial del siglo XIX. Ya nos contó el fotoperiodista Frédéric Noy que «África es un conjunto muy dispar». Aún así no nos hacemos preguntas adecuadas: «¿Nos tomamos el tiempo necesario para entender lo que pasa en África? ¿Somos capaces de percibir una dimensión tan heterogénea?», afirma Noy en una reciente entrevista en nuestro blog.
[Tweet «¿Nos tomamos el tiempo necesario para entender lo que pasa en África?»]
Más allá de la geopolítica, me preocupa este periodismo fast food en el que nos tragamos informaciones sin contrastar. En un principio el asesino de Cecil era un cazador español. Más tarde, los medios de todo el mundo rectificaron: no, es un dentista estadounidense. Tras la muerte del famoso león vinieron más noticias familiares con la supuesta muerte de Jericó, el hermano de Cecil. Horas después, el desmentido: Jericó estaba sano y salvo cazando jirafas.
Cecil the lion’s brother ‘safe and well’ and eating a giraffe http://t.co/El32oHJupH pic.twitter.com/SATyIdLcd3
— The Telegraph (@Telegraph) August 2, 2015
Nos quedamos más tranquilo por Jericó pero nos quedamos inquietos ante la zozobra que nos provoca la globalización de determinados contenidos que acabamos convirtiendo en mainstream entre todos. El pulpo Paul, los vídeos de gatitos y Kim Kardashian son las nuevas leyendas urbanas de los medios globales en esta buzzfeedización de los contenidos en la bulímica cinta sin fin de los medios online.
El pulpo Paul, los vídeos de gatitos y Kim Kardashian son las nuevas leyendas urbanas de los medios globales en esta buzzfeedización de los contenidos
Si fuera un poco más conspiranoico pensaría que creamos estas cortinas de humo para esconder problemas reales. A veces, la respuesta es la más sencilla. Creamos rutinas de producción donde pensamos que como más contenido en la red mayor consumo. Es el periodismo de click, de la chica en bikini, del león víctima del dentista y de los memes.
Filtros burbuja
“Una ardilla muriendo al frente de tu casa puede ser más relevante para tus intereses ahora, que gente muriendo en África”, dijo Mark Zuckerberg hace un tiempo preguntando sobre el funcionammiento del Newsfeed de Facebook. El mismo Zuckerberg que quiere exportar Internet.org como la gran solución para conectar a los ciudadanos de los países en vías de desarrollo.
La mayor red social y Google funcionan con algoritmos a partir de nuestras búsquedas en la Red. De ahí lo que se conoce como ‘filtros burbuja’, que nos van construyendo un mundo digital a nuestra medida, un mundo en el que dominan los medios con noticias commodity, predecibles y presentes en todos los rincones.
En resumen, me sabe mal por Cecil y por la fauna en peligro de extinción. No es un problema menor. Me sabe más mal, no obstante, por el periodismo resultante que seguro no honra el esfuerzo de periodistas como Rubén Espinosa, que se dejan la vida cada día para dignificar la profesión. Perdonad que me vuelva grave. Ahí va mi homenaje a Espinosa y a los compañeros en peligro. [Tweet «Aún esperamos el regreso de Pampliega, López y Sastre»]. Dejad que Cecil descanse en paz.