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Social Media

Índice de Desarrollo Digital (IDD): evaluando el impacto ético y democrático de las plataformas sociales


A mediados de 2023, la presidenta del Fondo Nacional de Innovación italiano y experta en políticas digitales, Francesca Bria, abogaba por una herramienta como Twitter, pero de base pública, abierta y plural. Ya entonces, los recientes cambios en la propiedad de esta plataforma, ahora denominada X, preocupaban y estaban comprometiendo los valores democráticos, la soberanía digital y el interés público según Bria en una entrevista en Frankfurter Allgemeine Zeitung.

En las últimas semanas, Elon Musk, el propietario de X, sigue siendo noticia a través de opiniones controvertidas y sirviendo de altavoz de publicaciones antisemitas y falsas teorías conspirativas como el pizzagate. Musk toma el relevo de otros controvertidos líderes tecnológicos como Mark ZuckerbergJack Ma o Shou Zi Chew.

Evolución del ecosistema digital

La era digital nos está llevando a tener una visión crítica sobre cómo las redes sociales influyen en nuestra sociedad. En pleno debate sobre la expansión y usos de la inteligencia artificial, cada vez surgen más estudios sobre los efectos perniciosos de la exposición a redes sociales como TikTok o Instagram. Seguimos viendo como en los conflictos armados, ya sea en Gaza o Ucrania, la desinformación como estrategia de guerra impacta no solo en X sino en el resto de plataformas sociales, incluyendo Telegram o WhatsApp; advertimos cómo se cuelan vídeos supremacistas en YouTube, y los algoritmos condicionan nuestra exposición a ciertos contenidos y contribuyen a la polarización de la opinión pública mediatizada.

Dice el analista y profesor de la Universidad de Viena Mark Coeckelbergh que «las tecnologías digitales y los medios de comunicación no afectan solamente a la libertad sino también a la igualdad y a la justicia». En su libro Filosofía política de la inteligencia artificial, Coeckelbergh cita a otra experta como es la investigadora José van Dijk, que argumenta que la tecnología de redes, «si bien contribuye a una producción y distribución más efectiva y eficiente, también conduce al aumento de las desigualdades».

En medio de este impacto social, el ecosistema de redes sociales vive en un doble efecto: por una parte, la sostenibilidad económica de las plataformas impulsa a estrategias cada vez más agresivas para captar usuarios y su atención. Por otra parte, existe una vertiginosa competencia entre redes sociales que está rompiendo las características básicas que funcionan como rasgos identitarios de cada red social. Todas las redes sociales cada vez se parecen más entre ellas.

Compañías como Meta y TikTok están tomando prestadas características unas de otras para contrarrestar un mercado publicitario impredecible y la limitada capacidad de las personas para utilizar múltiples aplicaciones sociales. Sin embargo, esta estrategia puede no estar realmente centrada en el beneficio de los usuarios y ha llevado a una sensación de repetición y falta de novedad en el panorama de las redes sociales. Faltan ideas frescas en el panorama de los medios.

Recuperar la iniciativa ciudadana

¿Y qué podemos hacer los ciudadanos para recuperar la iniciativa ante este contexto? No sé si a corto plazo es posible un Twitter europeo y público, lo que sí considero es que, a medio camino en la reflexión sobre redes y plataformas sociales públicas, deberíamos desarrollar indicadores que nos permitieran evaluar su impacto ético y social. Es decir, encontrar un indicador que sirviera para objetivar valores como su impacto democrático y su contribución a la libertad, la igualdad, la justicia, así como la forma de potenciar la soberanía digital de los ciudadanos.

A principios de los años noventa, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) elaboró el llamado Índice de Desarrollo Humano (IDH), que se utiliza para clasificar a los países en tres niveles de desarrollo humano. El índice está compuesto por la esperanza de vida, la educación (tasa de alfabetización, tasa bruta de matriculación en diferentes niveles y asistencia neta) e indicadores de ingreso per cápita.

De la misma forma y como evolución de este IDH, en un contexto de transformación digital, las instituciones deben trabajar para elaborar algo que denominamos Índice de Desarrollo Digital (IDD) y que sea una herramienta para evaluar estas plataformas digitales más allá de su éxito comercial, enfocándose en su impacto social y ético. En primer término, este indicador, a partir de diferentes variables, podría ayudar a responsabilizar a las plataformas por sus efectos en el bienestar social y la cohesión.

Un sistema de clasificación de plataformas sociales como el IDD podría incentivar a las redes sociales a ser más transparentes en sus políticas y prácticas, especialmente en lo que respecta a la moderación de contenido, la privacidad de los usuarios y la equidad.

Por otra parte, al igual que el IDH impulsa a los países a mejorar en áreas clave, un índice para redes sociales podría incentivar a estas plataformas a mejorar en áreas como la seguridad de los usuarios, la precisión de la información y la inclusión. Además, el IDD proporcionaría a los usuarios y a los reguladores una herramienta para comparar plataformas y tomar decisiones informadas sobre su uso o regulación.

Dimensiones del IDD

Es fundamental hacer que este índice, con múltiples dimensiones, sea práctico, efectivo y útil. En este sentido, ¿qué dimensiones debería evaluar? Una primera propuesta nos llevaría a considerar:

  1. Calidad y veracidad de la información: medir cómo se maneja la desinformación y se promueve la transparencia.
  2. Prácticas de privacidad y seguridad: evaluar cómo se protegen los datos de los usuarios y su privacidad.
  3. Inclusión y diversidad: considerar la representación de diversos grupos y la accesibilidad de la plataforma.
  4. Impacto psicosocial: examinar el efecto de las redes sociales en el bienestar mental y emocional de los usuarios.
  5. Transparencia y responsabilidad corporativa: valorar la claridad en las políticas y la respuesta a problemas éticos.
  6. Participación cívica y democrática: medir el papel de las plataformas en el fomento de una participación ciudadana informada.
  7. Bienestar de los trabajadores: incluir la evaluación de las condiciones laborales y la cultura corporativa.

Valores y propósito

En 2016 fue clave que se rompiera el espejo de las empresas tecnológicas. Con la trama de Cambridge Analytica en los datos de Facebook para favorecer a los intereses de Donald Trump, empezaron las derivas problemáticas vinculadas a las principales redes sociales. De ahí, filtración de datos, vinculación con empresas de espionaje, algoritmos perjudiciales, dependencia psicológica, intereses de estado o potenciación de los discursos del odio de minorías étnicas.

¿Por qué, si cada vez es más habitual hablar de marcas con propósito, no podemos hablar de redes sociales con propósito? El desarrollo de la responsabilidad social corporativa también es algo que debe ir intrínseco con la evolución de las empresas tecnológicas. El IDD está en el centro de esta visión responsable.

El liderazgo de Europa

En 2021, Francesca Bria fue la invitada de la Universitat Oberta de Catalunya para abrir su lección inaugural. En el campus de Poblenou de la UOC, Bria subrayó la necesidad del liderazgo europeo en un futuro que debe ser «digital, democrático y con cero emisiones».

De la misma forma que la Unión Europea acaba de pactar la primera ley integral sobre inteligencia artificial, la construcción del Índice de Desarrollo Digital debe tener una perspectiva global con liderazgo institucional europeo. En este sentido debe ser una herramienta para potenciar la soberanía digital de los ciudadanos, tan necesaria en la actualidad. Debe servir para potenciar un liderazgo ciudadano del progreso tecnológico. Debe servir para proteger nuestras democracias.

El artículo fue publicado por primera vez en la revista COMeIN

Para saber más:

AYUSO, Silvia (2023, desembre). «La UE aprueba la primera ley de inteligencia artificial del mundo». El País [en línea]. Disponible en: https://elpais.com/tecnologia/2023-12-08/la-ue-aprueba-la-primera-ley-de-inteligencia-artificial-del-mundo.html

GOODE, Lauren (2023, juliol). «Social Media Has Run Out of Fresh Ideas». WIRED [en línea]. Disponible en: https://www.wired.com/story/social-media-has-run-out-of-fresh-ideas/

MAAK, Niklas (2023, juliol). «Francesca Bria: Wir brauchen dringend ein europäisches Twitter». Frankfurter Allgemeine Zeitung [en línea]. Disponible en: https://www.faz.net/aktuell/feuilleton/medien/eu-beraterin-bria-wir-brauchen-ein-anti-twitter-19050414.html

PELLICER, Miquel (2023, Agost). «Los valores marcarán la diferencia entre las redes sociales». MiquelPellicer.com [en línea]. Disponible en: https://miquelpellicer.com/2023/08/los-valores-marcaran-la-diferencia-entre-las-redes-sociales

ROMANOS, Andrea (2021, octubre). «Francesca Bria: “El futuro debe ser digital, democrático y con cero emisiones”». UOC NEWS [en línea]. Disponible en: https://www.uoc.edu/portal/es/news/actualitat/2021/293-francesca-bria-futuro-digital-democratico-sostenible.html


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Miquel Pellicer

Periodista y antropólogo. Nacido el año en que murió Elvis. Educado en los medios de comunicación locales, es autor del blog MiquelPellicer.com. Actualmente, director de Comunicación Digital en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Anteriormente, director de Innovación de Interprofit; director de Estrategia y Comunicación en Grupo Lavinia. Otras palabras clave de su currículum: FC Barcelona, Mundo Deportivo, Ayuntamiento de Barcelona, Enderrock, Transversal Web. Galardonado en los Premios Blocs Catalunya 2010 y miembro fundador del BCN MediaLab. Autor de los libros 'Optimismo para periodistas' y 'La Comunicación en la era Trump'.

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